El Comité Ejecutivo de la Internacional de Servicios Públicos (ISP), reunido en Ginebra, Suiza, vinculó la lucha de clases con la ola de protestas que continúa extendiéndose por todo el mundo, especialmente en América Latina y los Países Árabes, a medida que los pueblos se levantan en protesta por la injusticia social que está intensificando la pobreza y la desigualdad.
Los acontecimientos en Sudamérica, donde la burguesía local, los enormes intereses de muchas corporaciones multinacionales y la voluntad reavivada del imperialismo del presidente Trump celebraron la elección de candidatos derechistas en la región (Piñera en Chile, Duque en Colombia y el ultraderechista Bolsonaro en Brasil), parecían indicar que el péndulo político se estaba moviendo hacia la derecha. Esas mismas fuerzas también son responsables del intento de golpe de estado en Venezuela, donde intentaron aprovecharse de la insatisfacción de la gente con el gobierno de Maduro. La voluntad de revertir la tendencia progresista en América Latina ha sido revelada por el reciente golpe de Estado en Bolivia que estableció un gobierno ilegítimo y forzó el exilio del presidente Morales.
Las protestas masivas por reformas económicas, sociales y políticas progresistas están sacudiendo el poder de muchos gobiernos mientras la gente se despierta y se moviliza:
En Argelia, las fuertes protestas obligaron al presidente Bouteflika a dimitir y mantienen la presión que exige el establecimiento de instituciones independientes para llevar a cabo las elecciones. En Sudán, con manifestaciones masivas contra dictaduras interminables en esclavitud de sus amos imperiales. En Irak, un país devastado por 15 años de guerra, así como en Irán, la gente ya no soporta la pobreza y la injusticia y se está levantando; en El Líbano, una multitud exasperada, cansada durante años y años de crecientes desigualdades, pide el fin del gobierno de Hariri; en el paraíso empresarial capitalista de Hong Kong, miles de personas han protestado en los últimos meses a favor de los derechos civiles y políticos, al tiempo que aumentan las desigualdades sociales. En Ecuador, hemos presenciado un levantamiento popular de trabajadores/as, pueblos indígenas, campesino/as y estudiantes en contra de las medidas del FMI, sin que la represión y la violencia del gobierno las haya frenado. Esta acción obligó al presidente Moreno a retirar sus decretos de ajuste y fue una demostración de cómo derrotar los programas de ajuste.
En Chile, el aumento de las tarifas del transporte público activó la ira acumulada contra el gobierno de Piñera. Una amplia ola de insatisfacción con el modelo económico y social del país puso en tela de juicio el sistema heredado de la dictadura de Pinochet. Un mes después del inicio de las protestas, a pesar de la inaceptable violencia y represión del gobierno que impuso el estado de emergencia, el Parlamento tuvo que aceptar el llamado de los manifestantes a un referéndum para elegir una Asamblea Constitucional que discutirá una nueva Constitución.
Todas estas protestas masivas demuestran que el modelo capitalista neoliberal está realmente en un punto de ruptura, y que la gente está reaccionando, pidiendo más justicia y una democracia real. La ausencia de partidos políticos que dirijan los movimientos indica que el sistema político tampoco goza de la confianza de la población y refleja la necesidad de nuevas formas de representatividad para garantizar resultados democráticos a todos estos movimientos.
Necesitamos poner al PUEBLO POR ENCIMA DEL LUCRO para devolverle EL PODER AL PUEBLO, ya que en muchos países hay millones de personas que están luchando por ello.
La ISP expresa su solidaridad a los valientes luchadores/as por los derechos de los trabajadores/as y de los pueblos que están desplegando la bandera de la justicia, la igualdad y la democracia y los tomarán como ejemplo de resistencia.
Es lamentable observar que no en todos los países los sindicatos han participado en el movimiento. La ISP reconoce la necesidad de involucrar a sus miembros en la protesta para detener la codicia de las corporaciones, la acumulación de riqueza y poder y la captura de la democracia.
Y el ejemplo de Argentina, donde el movimiento obrero ha sido crucial para derrotar al presidente neoliberal Macri y elegir a Alberto Fernández, demuestra que el compromiso de los sindicatos puede realmente marcar la diferencia.
En estos diversos procesos, que combinan nuevas formas de lucha de clases, los/las miembros de las afiliadas a la ISP tienen un papel crucial que desempeñar en la promoción del cambio democrático que buscamos, en el que la redistribución de la riqueza, los derechos de los trabajadores/as, el acceso a servicios públicos de calidad, el empoderamiento de la mujer, las políticas inclusivas y la reducción de las desigualdades sean prioridades.
La ISP rechaza toda forma de violación de los derechos humanos, laborales y sindicales de líderes sociales, activistas sindicales, comunidades indígenas, mujeres, jóvenes y todos aquellos/as que hoy luchan, son asesinados/as, privados/as de su libertad y acosados/as en represalia por su justa lucha.
ES EB154 approved statement social uprising